Si hay algo que la pandemia ha acelerado es la digitalización de las actividades económicas. La conexión a Internet ha sido necesaria durante los meses de confinamiento para estar comunicados.
Esto ha supuesto un cambio importante de hábitos. Las personas se adaptaron al teletrabajo, la formación online, las videoconferencias y el comercio electrónico, estas actividades ahora son parte del día a día.
Natividad Buceta, colaboradora de OBS Business School y directora de Empathia, destacó que esa digitalización y uso de Internet trae otras consecuencias: “Todo esto, según diversos estudios, hace que el sector digital a nivel global consuma el 7% de la energía eléctrica y -en la actualidad- ya genera el 5% de las emisiones de CO2, superando -incluso- el emitido por la industria de la aviación”.
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Si bien es cierto que la propia digitalización contribuye a la reducción de emisiones contaminantes mediante la mejora de la eficiencia energética en las actividades económicas, en la industria o en la red de transporte, hay informes que detallan que la digitalización puede ahorrar hasta el 20% sus emisiones de CO2.
Para cumplir los objetivos a nivel global de descarbonización hay que trabajar hacia una Internet verde y no contaminante.
“Es todo un reto, dado el ritmo creciente de dispositivos conectados y aplicaciones tras el COVID-19, que implican mayores necesidades de funcionamiento de centros de datos, durante las 24 horas, todos los días; su refrigeración supone un mayor consumo eléctrico, pues solo la refrigeración de estos centros de datos representa la mitad de su consumo energético”; señaló la vocera de OBS.
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Asimismo, hay que tener en cuenta que en la nueva Internet de las Cosas (IoT), los dispositivos electrónicos suponen ya más del 60% de las emisiones de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) del sector digital. Si a la huella de carbono; creciente por la digitalización y la expansión de la inteligencia artificial, las nuevas aplicaciones IoT y el mayor desarrollo del Blockchain; se le une el despliegue de la 5G, el impacto contaminante puede ser relevante para las personas y sus entornos pueden ser complejos si no se toman medidas de inmediato.
En un mundo hiperconectado de equipos electrónicos y comunicaciones se elevarían las emisiones de GEI hasta llegar a representar, para 2040, el 14% de las emisiones globales, según algunos informes.
En ese orden de ideas, debería aprovechar el calor residual de los centros de datos. El sector digital tiene que sumarse al Pacto Verde. Además, es preciso sensibilizar a los usuarios con un uso más racional de los dispositivos electrónicos para no sobrecargar los centros de datos –la llamada sobriedad digital.
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“Los fabricantes, por su parte, deben alargar la vida de los equipos, garantizando la recogida y el tratamiento adecuado de los residuos que generan. De hecho, el reciclado de los equipos eléctricos y electrónicos es uno de los principales retos para la industria. Según Eurostat, en la Unión Europea apenas se recicla un promedio de 40% de los residuos digitales”, reveló Buceta.
Esto implica una concienciación por parte de todos: fabricantes, empresas y usuarios. Nuevos hábitos y un nuevo modelo económico y social más sostenible.