Tres hombres naufragaron en altamar. Las olas golpearon con violencia la embarcación en la que se movilizaban, minutos después de zarpar de San Juan de la Costa, en el norte de Tumaco (Nariño). El único recurso que tuvieron en ese momento para intentar salvar sus vidas fue flotar y sostenerse sobre sacos cargados con 1.200 kilogramos de cocaína que pretendían llevar a México.
Ese 24 de septiembre de 2019, unidades de la Armada Nacional que patrullaban la zona los rescataron e incautaron el estupefaciente. El hallazgo se hizo público y de inmediato puso al descubierto a los presuntos responsables del alijo. Investigadores del CTI de la Fiscalía detectaron comunicaciones en las que dos hombres trataban de conseguir fotografías y videos para demostrar que el estupefaciente había sido descubierto por un accidente y no por culpa de ellos.
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Las personas que estarían dando las explicaciones eran los hermanos Leonardo y Ervin Góngora Cuero, señalados articuladores principales de una red narcotraficante de la estructura Oliver Sinisterra de las disidencias de las Farc.
Luego de este evento, y gracias al trabajo realizado de manera articulada por un fiscal de la Dirección Especializada contra el Lavado de Activos, funcionarios del CTI de la Dirección Especializada contra las Organizaciones Criminales, y las agencias y el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos, se incautaron cerca de tres toneladas de cocaína en procedimientos distintos realizados en Colombia y aguas internacionales, en área marítima entre México y Guatemala.
Ante esta evidencia, una corte del Distrito de Texas solicitó en extradición a los hermanos Leonardo y Ervin Góngora Cuero, conocidos como ‘Leo’ y ‘Pate Guasca’ o ‘Negro’, respectivamente. Las capturas se hicieron efectivas en Cali (Valle del Cauca) y Tumaco (Nariño).
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El requerimiento internacional y los elementos de prueba obtenidos en Colombia dan cuenta de que los Góngora Cuero serían los coordinadores de todos los movimientos narcotraficantes en las costas de Tumaco.
Al parecer, recibían y acopiaban los cargamentos, ubicaban las embarcaciones que iban a utilizar para los envíos ilícitos, reclutaban a las personas que llevarían el estupefaciente y les hacían pruebas físicas y técnicas. Por ejemplo, los hombres contactados para conformar las tripulaciones de los semisumergibles eran chequeados para descartar que sufrieran de claustrofobia, enfermedades cardiovasculares, hipertensión o diabetes, y les pedían conocimientos en instrumentos satelitales de navegación. Exigían que fueran ‘viejos lobos de mar’.