Al menos 33.000 menores sufren desnutrición grave en el norte de Etiopía

Foto: @nestorsiurana
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Al menos 33.000 menores que permanecen en partes inaccesibles de Tigray, región norteña de Etiopía contra la que el Gobierno mantiene una ofensiva armada desde principios de noviembre, “están gravemente desnutridos” y expuestos a una “muerte inminente”, alertó hoy la ONU.

“Solo en el último mes hemos visto cómo se han cuadruplicado los ingresos semanales de niños para el tratamiento de desnutrición aguda severa”, aseguró en un comunicado publicado hoy la directora ejecutiva del fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), Henrietta Fore.

Según esta agencia de la ONU, la tasa de desnutrición entre madres embarazadas y lactantes en la región se mantiene por encima del 40 %, poniendo en peligro sus vidas y las de sus hijos.

Los menores forman parte de las cerca de 5,5 millones de personas -un 61 % de la población de Tigray- que se enfrenta a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda, según el informe publicado la semana pasada por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU.

Entre estas personas, más de 350.000 -incluyendo 140.000 menores, según Unicef- se encuentran en condiciones de “catástrofe humanitaria” o hambruna, el índice más elevado de la clasificación de inseguridad alimentaria del PMA.

En este sentido, las proyecciones de Unicef indican que unos 56.000 niños y niñas de menos de cinco años de edad en Tigray necesitarán tratamiento este año por desnutrición aguda severa, una cifra casi seis veces mayor que el promedio habitual anual de la región.

“La crisis de desnutrición se une con profundos daños a los sistemas y servicios esenciales de los que dependen los niños para su supervivencia”, señaló Fore, quien reveló que “los equipos móviles de salud y nutrición han sufrido acoso y ataques” y los instalaciones médicas han sido saqueadas” en el conflicto.

Asismimo, la destrucción de las infraestructuras del agua está causando una “escasez extrema” de agua potable en la zona.

El conflicto en la región norteña, fronteriza con Eritrea y Sudán, estalló el pasado 4 de noviembre después de que el Gobierno central atacara al FPLT en represalia por una agresión de fuerzas tigriñas a una base militar federal en la zona.

Desde entonces, miles de civiles han muerto y más de dos millones de personas se han visto forzosamente desplazadas de sus casas dentro de la región, mientras al menos 75.000 han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.

Asimismo, las autoridades etíopes han documentado más de mil casos de violencia sexual, principalmente a manos de soldados etíopes y eritreos, según testimonios médicos; una cifra que podría ser, en realidad, mucho más alta, aseguran diferentes organizaciones humanitarias sobre el terreno. EFE