El Gobierno de Panamá creó una reserva marina de 67.742 kilómetros cuadrados, unos 8.000 km2 del total que tiene el país en superficie terrestre.
“Estamos estableciendo los mecanismos que permitan vigilar el área, así como la creación de un plan de manejo que coordinamos con el Instituto Smithsonian, que establece la vigilancia, supervisión y control, lo que nos va a facilitar que se cumplan las limitantes que debe tener esta área protegida en el usufructo de sus recursos. Se puede garantizar sin ningún problema su protección”, aseguró Milciades Concepción, ministro del Ambiente de Panamá.
La reserva está ubicada en el Océano Pacífico y comprende a la cordillera marina de Coiba, un importante ecosistema donde no solo confluye una rica vida marina sino que también es una gran fuente de alimentos que aprovechan los pescadores artesanales, debido a las nueve cadenas montañosas que la conforman.
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Allí conviven tortugas, ballenas, tiburones, bancos de peces, corales y organismos que viven a lo ancho y alto de las montañas de la cordillera, que alcanzan hasta los 3.000 metros de altura. Biólogos marinos calculan que allí viven alrededor de 14 especies de mamíferos acuáticos.
El Gobierno panameño se encuentra en conversaciones con organismos internacionales, incluyendo el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, para proteger la zona de embarcaciones que pueden poner en peligro a la flora y fauna de la reserva, en especial barcos petroleros.
Previamente, la reserva alcanzaba apenas los 17.223 kilómetros cuadrados. Ahora, junto a las reservas marinas de Malpelo y Yuruparí-Malpelo, en Colombia, el área protegida de esa parte del Pacífico alcanza los 121.341 kilómetros cuadrados.