Un año después de los primeros casos, Wuhan hace vida normal

WUHAN

Foto: Archivo

Un año después de los primeros casos de coronavirus de los que se tienen constancia, las medidas de prevención contra la covid son casi un recuerdo en Wuhan, aunque sus residentes no olvidan ni se dejan de preguntar cómo comenzó a propagarse una pandemia que aún tiene en jaque a todo el planeta.

Sin casos por contagio local desde mediados de mayo, en el transporte público de la capital provincial de Hubei, situada en el centro del país asiático, ya no es necesario presentar códigos de salud de reconocimiento rápido (QR) que garantizan que una persona no está infectada, y el uso de mascarillas se ha ido reduciendo desde el confinamiento masivo al que se sometió la ciudad el pasado enero.

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LOS WUHANESES CREEN QUE EL CONFINAMIENTO FUE NECESARIO

Por contra, los residentes se preparan para dar la entrada a un 2021 que quedará marcado por un confinamiento completo de la ciudad durante 11 semanas que, según sus habitantes, era la única medida posible para evitar que la covid se propagase aún más y continuara haciendo estragos.

“Al principio, cuando leímos las primeras noticias, no nos lo tomamos en serio. Pero cuando se supo que (el coronavirus) se transmitía entre humanos empezamos a entender lo que estaba pasando y lo terrible que podría llegar a ser”, comenta un vecino, Hong, recientemente jubilado, que ahora pasa sus días volando cometas en la ribera del río Yangtsé.

Su gesto se tuerce al recordar los momentos más duros, que aún no ha olvidado. Lo peor, asegura, ocurrió cuando empezaron a caer infectados parientes, amigos o compañeros de trabajo, sin saber realmente qué estaba pasando: “Al final, una persona o una familia no es importante. Se propagaba sin más, de unos a otros sin distinción, y de ahí las medidas que tomaron para controlarlo”.

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Después de 11 semanas sellada, la práctica ausencia de nuevos casos llevó a las autoridades a levantar en abril las restricciones.

Al margen del confinamiento, Wuhan consiguió revertir la situación gracias a la llegada de material y personal desde otras provincias chinas, las fuertes medidas de prevención o la construcción exprés de hospitales como el de Leishenshan, que comenzó a admitir pacientes en febrero. Efe