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El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, aseguró este jueves en un acto público que “si Dios quiere, en breve se podrá conmemorar la erradicación del comunismo” del país.
“Vamos, en un corto espacio de tiempo, a expulsar al comunismo del país”, declaró ante cientos de seguidores en un acto celebrado en la ciudad de Imperatriz, en el interior del estado de Maranhao (noreste), cuyo gobernador, Flávio Dino, es precisamente del Partido Comunista de Brasil (PCdoB).
“No aceptamos ese tipo de régimen dictatorial” y “representamos a la libertad, a aquellos que no tienen miedo de la verdad, y con los que construiremos un nuevo Brasil”, aseguró el líder de la emergente ultraderecha brasileña.
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La ceremonia para la que Bolsonaro se trasladó a Imperatriz, a la que no fue invitado el gobernador Dino, como suele ocurrir en las visitas del mandatario a estados del interior del país, sirvió para inaugurar un mercado popular y congregó a cientos de personas.
Desde que asumió el poder, el 1 de enero de 2019, Bolsonaro se ha comprometido con la “lucha contra el comunismo”, a pesar de que ya ni el propio PCdoB se identifica con esa ideología y ha abandonado los postulados marxistas hace décadas.
En esa cruzada contra la hoz y el martillo es acompañado sobre todo por el diputado Eduardo Bolsonaro, uno de sus tres hijos que actúa en política y que el mes pasado presentó a la Cámara Baja un proyecto de ley que propone criminalizar al comunismo y cualquier tipo de “apología” a esa ideología.
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La iniciativa del parlamentario apunta a modificar la llamada Ley de Seguridad Nacional dictada en 1983 por una dictadura que perduró 21 años y acabó en 1985, y que aquellas personas que se identifiquen como “comunistas” sean castigadas con entre 9 y 15 años de cárcel.
El diputado Bolsonaro es un reconocido activista de ultraderecha y esta misma semana apareció como uno de los firmantes de una carta promovida por la Fundación Disenso, presidida por el líder del partido español Vox, Santiago Abascal, que denunció “el avance del comunismo” en el mundo como “una seria amenaza”. Efe