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Buena parte del Caribe, desde Cuba hasta México pasando por Puerto Rico y las Antillas Menores, sufre esta semana los efectos de una nube de polvo del Sahara, un fenómeno que, aunque se presenta regularmente, este año llegó con una intensidad no vista en algunos de esos países en medio siglo, provocando niveles “peligrosos” en la calidad del aire.
Los expertos dicen que esta masa de aire caliente muy seca y cargada de polvo potencialmente dañino que se forma sobre el desierto del Sahara, principalmente en el verano y que se mueve anualmente hacia el océano Atlántico, “puede cubrir un área equivalente a la de Estados Unidos y extenderse verticalmente entre 1.500 y 6.000 metros de altura”.
Aunque es un fenómeno recurrente, Puerto Rico amaneció el lunes envuelto en una nube con una intensidad que no se veía desde hace 50 años y que llevó a las autoridades a catalogar la calidad del aire el martes con un nivel “peligroso”.
Ese día, el Índice de Calidad de Aire reflejó un nivel de 305, cuando “lo más alto reportado previamente fue en 2018, donde el contaminante registró un índice de 154 que lo se califica de insalubre”, aseguró el secretario de Recursos Naturales y Ambientales, Rafael Machargo.
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Esto llevó al Gobierno a pedir “a toda persona con problemas respiratorios, niños y personas de edad avanzada a que eviten todas las actividades físicas al aire libre”.
La capa de polvo era tan densa que afectó la visibilidad en muchas partes de la isla y en algunas zonas la densidad era tal que el sol se veía difuso, mientras en la capital era palpable la nube causada por el polvo, por lo que los expertos recomendaban, además del tapabocas que se necesita por la crisis del coronavirus, llevar gafas.
Aunque la calima dejó el martes Puerto Rico para trasladarse hacia el Golfo de México, no se descarta que vuelva a la isla el fin de semana o a comienzos de la próxima semana.
Pese a los riesgos para la salud humana, los especialistas también hablan de impactos positivos del polvo del Sahara, particularmente para el medioambiente.
Así, el doctor Ladino afirmó que esta calima suele transportar nutrientes minerales que son buenos para la fertilización del océano y otros expertos consideran que especialmente el hierro que contiene “suele ser positivo para la agricultura también”.
Por último, el Cenapred apuntó que, ante la reducción de formación de nubes, “habría menor posibilidad de que se desarrollen los ciclones tropicales en el Atlántico”, en una temporada como la de este año, que comenzó oficialmente el pasado 1 de junio, que se prevé con una actividad “por encima de lo normal”. EFE