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Una controvertida gestión de la pandemia de COVID-19, una prolongada crisis económica, turbulencias políticas permanentes, una agenda medioambiental abandonada y una democracia de baja calidad desdibujan la imagen de Brasil ante el mundo.
Esa es la opinión unánime de la oposición brasileña, pero también prima entre diplomáticos extranjeros, representantes de organismos internacionales y empresarios que operan en Brasilia, que se cuidan de decirlo en público pero no lo ocultan en conversaciones privadas, en las que algunos llegan a calificar la situación de “policrisis”.
“Es casi imposible transmitir el horror que es Brasil hoy”, dijo Rubens Ricupero, exministro de Economía y de Medio Ambiente y embajador jubilado tras casi 50 años de una vida diplomática que le llevó a ocupar la secretaría general de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) entre 1995 y 2004.
Según Ricupero, la pandemia de coronavirus, que ya ha dejado unos 50.000 muertos y más de un millón de casos en el país, es la última y más gráfica prueba del “fracaso” del Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, pero no la primera.
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Citó que Brasil es “el único país del mundo” en que dos ministros de Salud perdieron el cargo en medio de la pandemia y también que el actual, el general Eduardo Pazuello, “es un militar que no entiende de esa área”, lo cual no pasa desapercibido para ningún extranjero, al igual que el negacionismo de Bolsonaro frente al patógeno.
Según Ricupero, eso puede tener consecuencias serias no solo en la imagen de Brasil, sino en aspectos más cruciales para un país en una crisis económica que se arrastra desde 2014. Efe