COVID-19, el virus que convirtió el sueño americano en una pesadilla

Estados Unidos ok

Foto: Anadolu

Los efectos devastadores de la pandemia global de COVID-19 se han vuelto más graves en algunos países. Estados Unidos es uno de esos países, ya que se ha tenido que enfrentar con las consecuencias sociales y económicas del virus.

La impasibilidad, la falta de kits de diagnóstico y el que no se realizara una lucha coordinada a nivel nacional llevaron a que los casos de COVID-19 explotaran en ese país. El número de casos ha aumentado a 400.000, mientras que el número de muertes ascendió a casi 13.000.

Algunos estados se enfrentaron a problemas en el suministro incluso del equipo médico más básico. Solo en las últimas dos semanas, más de 10 millones de estadounidenses han solicitado pago por desempleo.

Como es bien sabido, el presidente Donald Trump se tardó en comprender la dimensión de la amenaza del brote. Al principio afirmó que el coronavirus era un “engaño” utilizado por los demócratas para perjudicarlo a él y a su administración.

Cuando se dio cuenta del peligro de la pandemia, Trump parecía querer hacer olvidar su previo error al hacer uso de un lenguaje duro. Incluso describió la lucha contra el virus como una guerra y se describió a sí mismo como el líder de la guerra.

A pesar de que finalmente tomó medidas más fuertes en la lucha contra el coronavirus, muchos consideran que se tardó demasiado. Y con esta tardanza, la imagen que ha tratado de construir de EEUU como el “país más fuerte y rico del mundo” ha sufrido un duro golpe.

En este sentido, ya no es posible hablar de un buen escenario para Estados Unidos: hay malas y peores posibilidades. Los expertos médicos de la Casa Blanca estiman que incluso si se cumple la orden de permanecer en casa, entre 100.000 y 240.000 estadounidenses podrían perder la vida.

“Mucha gente morirá”, dijo Trump en una conferencia de prensa, y agregó: “Nos acercamos a un terrible momento. Probablemente nunca hemos visto estas cifras de muertes antes”.

Justo un mes después de que Trump tuiteara que EEUU había “controlado en gran medida la propagación del coronavirus”, la Organización Mundial de la Salud dijo que EEUU se convertiría en el epicentro del virus.

Esto, en parte debido a que su sistema de salud, con problemas de larga data, no estaba preparado para enfrentar la crisis.

Poco tiempo después de la llegada del virus, hubo escasez de suministros médicos en los hospitales estadounidenses. Médicos y enfermeras comenzaron a pedir ayuda a través Internet, y se solicitó a los fabricantes de textiles que produjeran máscaras médicas.

La situación empeoró tanto que un anestesiólogo se puso una bolsa de plástico en la cabeza en medio de su labor. Posteriormente se difundieron imágenes del personal de varios hospitales usando bolsas de basura como protección. Anadolu