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El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) condenó este jueves a Francia por las “condiciones degradantes” que sufren algunos presos de sus cárceles, marcadas por la masificación; los jueces europeos también consideraron que Francia no había protegido el derecho a un recurso efectivo de los 32 reclusos que denunciaron su situación para que se modificaran esas condiciones.
En su sentencia, los jueces se refieren a las quejas de esos presos por las malas condiciones en las prisiones de Nimes, Niza, Fresnes, Martinica, Polinesia y Guadalupe, así como a la ineficacia de los recursos presentados por esa razón ante la justicia.
Francia deberá indemnizar a los demandantes con cantidades que oscilan entre los 4.000 y los 25.000 euros. Sólo uno, el polaco Jaroslaw Klapucki, recibirá además 3.000 euros por gastos y honorarios, lejos de los casi 350.000 que solicitó; la corte europea constata que la mayoría de los demandantes disponían durante toda su reclusión de un espacio personal inferior a 3 metros cuadrados, es decir por debajo de la norma mínima requerida.
Y en cuanto a los que contaban con un espacio superior, las cárceles, en cualquier caso, “no ofrecen condiciones de detención decentes, ni suficientes libertad de circulación y actividades fuera de las celdas”; el Tribunal de Estrasburgo deja constancia en el fallo de que los recursos para corregir esa situación “no son efectivos en la práctica”.
Añade que la masificación carcelaria y el estado obsoleto de los centros penitenciarios suponen “un obstáculo para acabar total e inmediatamente con las graves infracciones de los derechos fundamentales” que sufren allí los internos; los demandantes se quejaban, por ejemplo, de la cercanía de la mesa del comedor y los “aseos insalubres”, de la presencia de ratas, cucarachas, ratones y hormigas, de la “falta de papeleras, productos higiénicos”, así como de que las sábanas estaban “en mal estado”.
El TEDH recomienda a las autoridades francesas que adopten medidas para poner fin a la masificación y mejorar las condiciones materiales de los presos, y que pongan en marcha un mecanismo de recurso preventivo efectivo; el problema de masificación queda ilustrado, por ejemplo, por una tasa de ocupación del 215 % en 2015 en la cárcel de Nimes. En la de Niza, construida en el siglo XIX, la situación de su pabellón de mujeres fue calificado de “intolerable”. EFE





