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El interés y el empeño mostrado por las autoridades y la organización local de la Supercopa de España por transmitir que algo se mueve en Arabia Saudí se reflejó en las gradas del estadio King Abdullah Sport, donde por primera vez las mujeres compartieron espacio con los hombres; en un intento de acentuar la predisposición por elevar la relevancia femenina, los responsables de la puesta en escena del evento recurrieron a las mujeres para el papel de ‘voluntaria’ en los interiores del recinto.
No había sucedido hasta entonces y fue llamativo observar cómo en la primera semifinal, en el partido entre el Valencia y el Real Madrid de la Supercopa de España, mujeres ataviadas con túnica negra y el velo para cubrir la cabeza (hiyab) estaban ubicadas en las escaleras del graderío para acomodar o asistir en su zona a los medios de comunicación y a los espectadores.
Los asientos se poblaban a medida que se acercaba la hora de inicio del partido. Hombres y mujeres compartían zona. Todos juntos al partido. Parejas, familias. Una situación novedosa para el seguidor local. Fotos entre ellos, selfies. Un recuerdo, un momento ‘histórico’; escenas inusuales que pretenden reflejar el intento aperturista que quiere transmitir el país y que aún se topa con la tradición y su cultura. Porque algo se mueve con las reformas introducidas por Mohamed bin Salman príncipe heredero de Arabia Saudí.
Desde hace dos años, las mujeres ya pueden conducir aunque sea difícil comprobarlo. También asistir a los partidos de fútbol aunque debían hacerlo en familia, con sus maridos, y nunca por su cuenta en la zona habilitada para el público masculino. Siempre en su propio espacio.
Aun así, la presencia femenina no fue llamativa en el estadio de Yeda a pesar de esa opción. En realidad no fue masiva la presencia de público en las gradas del King Abdullah Sports que apenas sobrepasó los 40.000 espectadores sobre un aforo de 62.000. Zonas del recinto mostraron un aspecto desangelado, lejano al comentado interés que presumiblemente había despertado en Arabia Saudí la presencia de los representantes del fútbol español, de los más reputados de Europa y con más repercusión en el fútbol internacional.
No hubo restricciones en el estadio para las mujeres tal y como sucede aún en la mayoría de las situaciones de la vida cotidiana. En los restaurantes, en gran parte todavía, o en los bancos se dividen. Hombres y mujeres son atendidos en mostradores distintos, mesas distintas, habitáculos distintos. No pueden compartir gimnasio, ni acudir a la piscina. Ni siquiera en los hoteles, ni en los de lujo.
Las nuevas generaciones pretenden dar otro aire al país pero la evolución es lenta, lastrada más por la tradición que por las prohibiciones actuales. La influencia familiar es determinante. Los centros comerciales crecen. También la presencia y el consumo. Mujeres acuden a los comercios pero es casi imposible ver a una nativa desprovista de su indumentaria tradicional y transitar sola a su antojo.
“Son cambios de verdad. Es el segundo año ya que esta ciudad vive un acontecimiento así”, apunta a EFE una voluntaria de la tribuna del estadio en referencia a la Supercopa de Italia del 2018, que se disputó en el mismo escenario.
“Los jóvenes están implantando cambios, tienen otra mentalidad. Será mayor cuando pase el tiempo, es la realidad”, indica la joven trabajadora para la organización; la realidad regresará tras la final, cuando el foco se desvíe de la cita. EFE